Transformables

Muchas veces me sentí perdida cuando me tocaba pensar a qué tipo de trabajo me quería dedicar. Aún hay veces que me cuesta responder a la pregunta ¿Y tú, qué haces? Me gustan muchas cosas, otras quizás no me gustan tanto pero se me dan bien y algunas otras llegan a mí y bueno, si suenan promisorias o me pica la curiosidad, me lanzo y las pruebo a ver qué tal. Así he tenido muchos trabajos, todos bastante distintos y de todos me voy llevando experiencias, al final para eso también sirven los trabajos.

Como sociedad pienso que tenemos la idea muy rígida de que las personas nacieron para hacer una única actividad, y que después de que lo decidan a los 18 años no habrá más hacia donde remar. Ahí se acaba el río. Señor, señora, ya está decidido. Usted es un Doctor. Un Ingeniero. Una Comunicadora. Un Artista. Un Odontólogo. Una Carpintera. Un Abogado. Una Ama de Casa. Mamá de 3. No se le ocurra querer cambiar. Ni lo piense. Si lo hace, ¡¿Cuánto tiempo perdido?!

Pero resulta que el tiempo dedicado a varias cosas nunca es tiempo perdido. Porque, así como somos sujetos que pueden ser agentes de transformaciones importantes, también somos sujetos transformables. Podemos diversificarnos siempre y cuando creamos que es conveniente. Cambiar o dedicarse a varias cosas diferentes en paralelo, no es una pérdida de tiempo, ni es estar perdido por la vida, por el contrario, hay habilidades que son completamente transferibles entre carreras y actividades y que quizás nunca las hemos percibido porque estamos metidos dentro de nuestra cajita que tiene la etiqueta del "deber ser".

Podemos ser transformables, como el aire. Sí sí, el aire que es propulsor de cometas, habilitador de vida, energía, combustible, secador, esparcidor de semillas y que, cuando decide vestirse de fiesta, es globo. Y ahí está, fluyendo con todo, flotando, sin quejarse de nada. Seamos como el aire, pues.

Mural pintado para AKBalloons en Toronto.